El
aprendizaje es un fenómeno social. Desde que nace el ser humano
aprende de su medio y de las relaciones próximas, de actividades cotidianas,
labores domésticas, por eso el aprendizaje debe ser contextuado y empezar por
lo concreto.
El
aprendizaje es situado. Se aprende el lenguaje por lo que se
escucha, posteriormente se amplía el léxico. De igual manera se aprenden las
nociones de espacio y número por experiencias reales y concretas en relación
con los objetos. Los conocimientos no son construcciones abstractas sino situaciones
vivenciales y los conceptos son concepciones a partir de la experiencia y de la
información.
El
aprendizaje es activo. Muchas veces se cree que hay que tener
idea para actuar, pero se aprende más rápido cuando se realiza una actividad,
pues a través de ella se incorpora un nuevo conocimiento. El problema en la
escuela es que las actividades son artificiales, no auténticas, debido a que se
realizan como una obligación y no se logra ver la utilidad de las mismas.
El
aprendizaje es cooperativo. La motivación y el esfuerzo colectivo e
individual es estimulado por las respuestas de los demás, lo que favorece el
aprendizaje.
El
aprendizaje es un proceso. En el aprendizaje lo que importa no solo
es el resultado sino el camino, es decir, la vivencia adquirida. La tarea del
docente es mostrar al alumno cómo construir el conocimiento, generar
actividades para que los alumnos aprendan a solucionar problemas que ellos han
planteado, mostrando diferentes perspectivas para la solución de las mismas.
El
aprendizaje es propio y característico. La adquisición de todo
conocimiento nuevo se produce por la movilización de un conocimiento antiguo, a
partir de cuya elaboración y transformación el alumno internaliza un concepto
de una forma particular e irrepetible en otras personas.
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